Sus hermosas hojas y una estructura atractiva hacen del Ficus una de las plantas de interior más populares. El género Ficus es extenso, siendo el Ficus benjamina la especie más variada dentro de la gama, ya que existen docenas de variedades disponibles.
También el hecho de que el Ficus sea un purificador de aire y su fácil cultivo transforman a esta planta en un must para cualquier amante de las plantas.
Origen
Los Ficus son originarios del sur y sureste de Asia y Australia, aunque se han expandido por todo el mundo como planta de interior o en zonas tropicales como árbol de exterior para sombra. También se dejan ver en patios y terrazas, plantados en macetas. Pero ten en cuenta que solo sobreviven al aire libre donde las temperaturas no bajan de 10-13º en invierno.
Elige tu Ficus
Las diferencias entre unas y otras variedades difieren en el color de las hojas, el patrón de color, tamaño de la hoja y forma de la hoja. Así, es posible encontrar cultivares abigarrados de verde a blanco, con hojas pequeñas o más grandes que son completamente lisas o tienen un borde ondulado.
Por lo general el nombre de la planta está ligado a estas características. Además, existen diversos formatos de comercialización, siendo los más comunes de un solo tronco, aunque los hay con troncos torcidos o tejidos, ramificados, en forma de arbusto o cultivados en espaldera.
Cuidados básicos
Deben situarse en un ambiente muy luminoso para que las hojas no pierdan color, pero alejados del sol directo para que no se quemen. Soportan mal el frío y empiezan a sufrir cuando el termómetro baja de 10º. Precisan un sustrato rico, humífero y bien drenado, que ha de permanecer ligeramente húmedo, nunca seco ni encharcado. Lo ideal es regarlas por abajo introduciendo el tiesto en un cubo con agua libre de cal. Las pulverizaciones frecuentes les proporcionarán la humedad ambiental que precisan, sobre todo en los días cálidos o para contrarrestar la sequedad que produce la
calefacción.